Es de común conocimiento que la vitamina C es segura inclusive al ser usada en dosis altísimas. Los efectos secundarios, incluso al ser usada masivamente, son prácticamente inexistentes. Los estudios han demostrado que la vitamina C no daña las células sanas. Añadido a eso, la vitamina C, mediante una serie de reacciones enzimáticas y metabólicas, tiene una increíble capacidad de proteger y tratar una gran cantidad de enfermedades, entre las que se incluye el cáncer.
Se ha añadido a la lista de conspiraciones, que cuando algo es muy eficaz para tratar enfermedades, la FDA veta ese conocimiento al acceso público.
Es sabido que el consumo a largo plazo de vitamina C excediendo la dosis diaria recomendada por la Recommended Dietary Allowance (RDA -Régimen Alimenticio Recomendado) son ampliamente reconocidos e incluyen la reducción de riesgos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y hasta cataratas. La ingesta de vitamina C superior a la recomendada por la RDA se ha asociado con aumentos en el "colesterol bueno", disminuciones en la oxidación del colesterol LDL, disminución de la presión arterial y disminución de la mortalidad debido a accidentes cardiovasculares.
La vitamina C aplicada a nivel intravenoso (IV) en lucha contra el cáncer
La vitamina C es soluble en agua. Su absorción es relativamente alta (70-90%) en dosis bajas. Lo que el sistema digestivo no absorbe de la vitamina C que consumimos se excreta. Los seres humanos dependemos de la ingesta dietética de esta vitamina para mantener las reservas. Y de seguro ya sabes que muchas personas que consumen pocas frutas y verduras tienen niveles bajos de vitamina C. En el caso de muchos pacientes de cáncer, a menudo muestran niveles muy bajos de vitamina C.
Bien, parece ser que las evidencias nos muestran que la vitamina C es uno de los mejores antivirales disponibles actualmente, además, la vitamina C puede neutralizar y eliminar una gran cantidad de toxinas. Recuerda que el aumentar en gran medida la capacidad de nuestro sistema inmunológico nos ayuda a neutralizar infecciones bacterianas y fúngicas.
Un estudio del American Heart Journal demostró que el riesgo de insuficiencia cardíaca aumentaba en pacientes con bajos niveles de vitamina C en el plasma sanguíneo, y que cada 20 µmol/L de aumento de vitamina C en el plasma estaba asociado con una reducción relativa del 9% en el riesgo de insuficiencia cardíaca.
La vitamina C intravenosa y el cáncer en la historia médica reciente
En la década de 1970, los doctores Ewan Cameron, Linus Pauling y Nikolaas Campbell fueron los primeros en usar dosis altas de vitamina C para tratar a pacientes terminales de cáncer. Como resultado de los tratamientos intravenosos y orales, los tiempos de supervivencia de sus pacientes aumentaron en comparación con los pacientes que no recibieron tratamiento. Desde entonces, se ha estudiado y determinado el mecanismo contra el cáncer de la vitamina C. Se han identificado dos modos de acción distintos. Como preventivo, la vitamina C actúa por medio de sus efectos antioxidantes que protegen la estructura y las funciones celulares clave. También previene la formación de compuestos peligrosos que causan cáncer. Para tales efectos, la dosis recomendada es baja (menos de 2 gramos) y se puede lograr fácilmente mediante la ingesta dietética o consumiendo suplementos orales.
El segundo mecanismo de acción de la vitamina C es un efecto pro-oxidante, y es que ha quedado demostrado que las dosis superiores a 15 gramos tienen un efecto "pro-oxidante", generando peróxido de hidrógeno, el que destruye las células cancerosas de manera selectiva. En esos casos, las dosis de vitamina C se administran de preferencia a las áreas circundantes al tumor para aprovechar el hecho de que la molécula de la vitamina C se asemeja a la molécula de azúcar, y las células cancerosas tienen demandan una mayor cantidad de azúcar para sustentar su crecimiento acelerado. Así, cuando la molécula de vitamina C está en el área que rodea las células cancerosas, reacciona con un ion metálico como el cobre o el hierro y forma una molécula de peróxido de hidrógeno, que daña la célula cancerosa.
Además de los efectos antioxidantes y pro-oxidantes, está demostrado que la vitamina C regula la división celular a través de la proteína p53, misma que es esencial en el tratamiento y la prevención del cáncer, mejora la respuesta inmunológica y evita la excesiva pérdida de peso debido al cáncer. Un reciente estudio también demostró que una dosis alta de vitamina C reducía los niveles de proteína C reactiva y citoquinas pro-inflamatorias en pacientes con cáncer, lo que a su vez tenía efectos positivos sobre los marcadores tumorales.
Resultados basados en 100 pacientes con vitamina C y un grupo de control
Linus Pauling y Ewan Cameron publicaron un informe sobre 100 pacientes con cáncer terminal que habían sido tratados con altas dosis de vitamina C intravenosa y vitamina C oral. Los pacientes que recibieron esta terapia sobrevivieron un promedio de 300 días más que un grupo de control de pacientes con un estado de enfermedad similar, y el 22 por ciento de ellos vivieron más de un año, en comparación con apenas 0.4 por ciento en el grupo de control. Bien, aunque se necesitan más estudios al respecto, las evidencias sugieren que la vitamina C puede jugar un papel importante en un plan de tratamiento integral del cáncer.
¿Una posible conspiración de la FDA?
Muchos cuestionan el hecho de que la FDA no haya ofrecido un enfoque más indulgente sobre la vitamina C, y desde hace varios años la han venido acusando de limitar la producción de vitamina C IV. En el año 2017, Natural News acusó a la FDA de diseñar una escasez de vitamina C IV y del equipo necesario para la terapia, justo después de que un segmento de 60 minutos en la TV informara sobre una persona que fue capaz de curarse de un caso grave de gripe porcina usando vitamina C por vía IV.